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La amistad de ayer

Quien no recuerda sus días de infancia,  cuando la calle era el patio de juegos. La norma de los 70 y 80 era jugar con piedras,  ya sea al fútbol con dos rocas de arco o al trompo con una piedra para quitar la punta del clavo; y las canicas, compañeras inseparables de bolsillo. Época bonita y emocionante. Como no recordar los yankes, si esas sandalias inacabables hechas de llantas viejas,  con esas hasta se iba al colegio y la vergüenza era un sentimiento ajeno que nisiquiera estaba ligado a como te veías; mi madre solía decir: vergüenza se tiene para robar! Sabia frase que hoy en día ni se espera.
Recuerdo a mis amigos,  la manchita con la que crecí. Jugando a la pelota con Denis,  Juaneco, Hugo,  Juan,  Freddy,  Kuke, Milton, Roberto. Y las chicas aquellas con las que alguna vez sonreímos con picardía pensando en lo atractivas que se iban volviendo,  Rosario. Nena, y Flor;  también las hermanas Yolanda,  si buenos tiempos.
Esos amigos se quedaron en el camino,  unos crecieron y ahora son abuelos y padres,  otros se fueron y nunca volvieron.  Algunos están aún en el mismo barrio y en la misma onda.
Lo que mas añoro era la libertad con la que crecimos, en medio de una época manchada por la sombra del terrorismo y la turbulencia política,  acompañados del hambre del primer gobierno aprieta;  era menos peligroso que hoy, creo que nos hemos vuelto más aprehensivos hoy. Henos ganado desconfianza tanta que hasta jugar con trompos da miedo y las canicas,  escucho madres que ahora las tiran pensando que sus hijos las tragaran.  El miedo a la libertad nos ha ganado el espacio para sonreír como antes, como tendría que ser.
Hoy jugué a los trompos con mis hijos,  los vi reír y divertirse con tanta naturalidad. Y mientras yo les enseñaba unos trucos con la huaraca,  los vecinos miraban y pensaban,  seguro no tiene celular para jugar por eso juega trompo.

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