El nuevo normal es usar una mascarilla o un respirador, la epidemia de COVID-19 nos cambió la forma de ir a trabajar, y la forma de trabajar más aún para aquellos que proveen servicios de salud. No estamos en Arabia, estamos en Perú, pero para protegerse nuestra tecnóloga (Foto Izq. cortesía de Lic. TM. Cecilia Rojas) usa un pañuelo sobre la cabeza, anteojos y un respirador sofisticado al salir de su casa. Ella como muchos otros tecnólogos, se exponen cada día atendiendo personas infectadas con SARS-CoV-2, y muchas que podrían también estarlo. Toman muestras, no solo para COVID-19, también para muchos otros exámenes, sobretodo en pacientes hospitalizados graves. Muchos de estos pacientes tienen varias muestras al día para monitorear su estado clínico, eso incrementa la exposición de nuestros tecnólogos. Además, luego en el laboratorio deben procesar esas muestras, centrifugándolas, observándolas al microscopio y hasta cultivándolas. Todos estos procesos implican varios riesgos, pero eso no amilana a nuestros tecnólogos, ellos están allí, cumpliendo su trabajo a cabalidad, con mucho profesionalismo y la mejor de las dedicaciones, porqué así son ellos y ellas, integros al momento de brindar atención. Antes de esta pandemia, usar respirador era el normal en consultorios y programas de tuberculosis (TBC), y en lugares de toma de muestras, algunos hospitales con alta carga de TBC exigían ampliamente el uso del respirador, pero no era la norma general. Ahora si, nadie podría arriesgarse a dejar de usar protección respiratoria. Pero no es fácil protegerse, no sólo debes tener disponible el respirador, si no que este debe ser adecuado para tu trabajo, encajar en tu cara, tener una medida de acuerdo al tamaño de esta y en términos ideales debería haber pasado por una prueba de ajuste. En el laboratorio, el uniforme se completa con mandiles descartables, gorras y botas, también descartables.
Las enfermeras tienen otra dinámica, ellas están al lado del paciente, lo tienen más cerca, su frecuencia de contacto es mayor, no solo deben procurar contar con respiradores adecuados, también con indumentaria adicional, usan gorras y lentes protectores permanentemente, algunas hasta por 24 horas seguidas (Foto Der. cortesía de Lic. Enf. Cynthia Pinedo). No es fácil, no, no puedes rascarte la nariz, menos puedes secarte el sudor con facilidad, son las condiciones menos deseadas del mundo, pero son las más seguras ahora, no es sólo evitar contagiarse, es también evitar llevar el virus a sus hogares, donde sus familias las esperan. Tampoco quieren sacar la infección del hospital y llevarla a la comunidad, menos quieren enfermarse, ellas cumplen un rol fundamental en el cuidado y atención directa de los pacientes. Son las heroínas al lado de aquellos que sufren de COVID-19. Leía por allí, que ser enfermera es estar lista para atender a los pacientes, no para esconderse o alejarse de ellos. Válgame Dios, que difícil debe ser jugar con la muerte en cada minuto, mientrás cumples con tu trabajo. Nuestros hospitales en el Perú no son los mejores del mundo, todos deseamos que fueran, pero no. Lo que sí tenemos es gente de lujo atendiéndonos en cada lugar, en cada rincón del Perú.
Hoy mi homenaje es para los tecnólogos médicos y para las enfermeras (también enfermeros); todos ellos son vitales en los servicios. El mundo cuando habla de salud habla de médicos, y sí, son importantes, pero qué es un sargento sin soldados, es nadie. Y mis soldados son lo mejor de este país. Sobretodo cuando son mujeres, ellas tienen más carga, en serio, seguro qué al llegar a casa, lidian con esposos e hijos, y quizá con deberes caseros, porque a pesar de tener ayuda en sus parejas e hijos, ellas siempre se preocuparán un poquito más sobre todo. A ellas mis más sinceras gracias!! y mis bendiciones.