El profesor
Octavio se siente cansado, es martes y su lunes fue pesado en demasía, trabajó
mucho, más allá de sus seis horas obligatorias por ley. Su lunes empezó
temprano, llegó a Lima a las 5 de la mañana, venía de la sierra central, había
estado dictando clases sábado y domingo todo el día, pues es profesor allá, y
va cada fin de semana, viaja viernes por la noche y regresa el domingo, también
por la noche. Su lunes fue más de lo mismo, llegó a casa 5.30am, se duchó luego
de saludar a su esposa y ver a sus hijos aún dormir, luego salió corriendo al
hospital, renegó un poco --Más de lo mismo en realidad-- del tráfico de Lima,
llegó a su hospital y empezó su mañana tomando muestras en el laboratorio,
luego procesó muestras y para la una de la tarde había terminado su turno.
Luego salió corriendo nuevamente, compró su menú al paso y manejó raudamente
desde el centro de Lima, en hora punta, hasta la avenida Grau, dónde
tenía que dictar clase a las dos de la tarde. Octavio dictó hasta las 6pm,
tenía teoría y práctica, y como el fin de semana no tuvo tiempo de preparar
diapositivas, usó las mismas que había usado en la sierra; no tomó muchas
preguntas ese día con los alumnos puesto que en la noche tenía que pasar a su
otro trabajo, una universidad privada en Lima donde es encargado de un curso
con menor creditaje. Su día lunes, acabó cerca de las 10 de la noche, luego fue
a su casa, intentó hacer el amor con su esposa y durmió. Hoy martes, Octavio
está un poco cansado, pero sabe que debe darle para adelante, no tiene clases en
San Fernando, pero debe cruzar la ciudad para hacer una práctica en una segunda
universidad particular limeña y luego en la noche tiene clases de maestría y le
toca presentar su proyecto de investigación.
Mañana es
miércoles y Octavio debe recibir alumnos de práctica por la mañana en el
hospital y tiene reunión con los internos a su cargo; además es su día de
revista de revistas en el servicio y debe dirigir la reunión; hoy no alcanzó a
tomar desayuno, y sus hijos por la mañana lucían lindos mientras dormían. El
jueves será feriado, piensa Octavio, ha comprado entradas para ir a ver el
partido de futbol de su equipo favorito. Él es hincha número uno de su equipo,
hasta ha pintado su sala del color de su equipo, está al día con las noticias
de sus juegos y puntajes, tiene posters y hasta tazas alusivas a diversos
campeonatos ganados anteriormente. Él no se imagina la vida siendo hincha de
otro equipo que no sea el de sus amores, es más se ofende si alguien le dice
que se ponga otra camiseta. El viernes después del hospital irá hasta Bravo
Chico, tiene clases allí, él dice que esos alumnos son suertudos, porque lo
aprovechan más, ya que dicta hasta las 8pm y debe esperar un par de horas hasta
ir a Yerbateros a tomar su bus para regresar a dictar a la sierra. Aunque cree
que no descansará mucho, puesto qué, tendrá clases en una semana en el Sur, una
nueva oportunidad para conocer nuevos alumnos y un nuevo campus en una
universidad que abrió en Ica, él está contento, es un hincha de la docencia.
El caso del
profesor Octavio, es un caso común hoy en día. Esta bi- o multi-polaridad se ha
convertido en parte del Status Quo de muchos profesores universitarios. Ganar
más dinero y enseñar en varios lugares es la meta; y en cada campus quieren
promover la investigación y el desarrollo. En un mundo ideal, ellos deberían
hacer investigación en cada universidad dónde enseñan; la ley lo dice, los profesores
universitarios deberían hacer docencia e investigación al mismo tiempo, hoy el
Perú tiene más fondos, Concytec y otras instituciones del estado apoyan con más
dinero para hacer investigación, desarrollo e innovación. Los profesores que
piden y promueven la investigación deberían reclutar a sus propios alumnos,
como asistentes y pasantes, también tesistas, en sus propios proyectos de
investigación. Pero, es difícil. Es imposible para un profesor que no tiene
tiempo para ver a sus hijos despiertos, tener alumnos investigando con él.
Siempre me he hecho la pregunta de si una persona puede ser hincha de dos equipos. Dudo que se pueda; no me imagino a un profesor llegar a clase con un saco que tenga bordados los escudos de tres o cuatro universidades juntas, sería hasta raro, se vería como miembro de una tuna universitaria.
En los países desarrollados y sin ir muy lejos, en Brasil y/o Argentina, o en el mismo Chile, vecino nuestro, los profesores universitarios son hinchas de una sola universidad, pueden haber estudiado en cualquiera en el mundo, pero son hinchas y empleados de una sola universidad. Por esa universidad, dan su media vida, la otra media va con su familia de seguro. A esa universidad le dejan el alma, la disfrutan, conocen el nombre y apellidos de cada uno de sus alumnos, no repiten clases entre campus, cambiando la primera diapositiva, ayudan a mantener las líneas de desarrollo de su escuela, de su facultad y de su universidad, hacen la diferencia. Estoy seguro que en Perú hay muchos profesores así, algunos obligados por las normas de sus universidades -- Más de una universidad privada prohíben que sus profesores enseñen en más de una universidad --, otros por falta de tiempo y un buen grupo probablemente por respeto a su práctica docente y respeto a sus alumnos.
Estoy mirando hacia atrás en el tiempo y veo que aún no me da este síndrome, líbrame vida de tenerlo, porque aún disfruto ver despertar y acostar a mis hijos, y aún más disfruto en la vida académica que tengo, memorizar los nombres y apellidos de mis alumnos e involucrarlos en mis investigaciones.