La epidemia de COVID-19 llegó con mucha fuerza y a muchos países nos cogió desprevenidos, hasta ahora ha causado la muerte de cientos de miles de personas en todo el mundo pero la tasa de mortalidad es baja, los casos leves y asintomáticos son los más. La mayor parte de personas con casos severos, sobretodo los que han llegado a las Unidades de Cuidados Intensivos, aquellos con necesidad de provisión de cuidado crítico y oxigeno han sido adultos mayores y adultos. Las vacunas desarrolladas contra la COVID-19 han mostrado hasta ahora buena eficacia en ensayos clínicos y aparentemente la efectividad en las comunidades dónde se ha aplicado, es adecuada y facilitado el retorno a la llamada normalidad de varias actividades, inclusive, retorno a las escuelas en varios países.
Pero, ¿por qué esta infección -inclusive la vacuna misma- ha afectado más a la población adulta y adulta mayor? detallemos un poco primero cómo es que funciona nuestro sistema inmunológico y cómo es qué funcionan las vacunas.
Nuestro sistema inmunológico es una red compleja de células y sustancias proteícas encargadas principalmente de diferenciar lo propio de lo extraño; y luego reconocer cualquier sustancia extraña a nuestra composición orgánica o microorganismo/patógeno y destruirlo, previamente realizando un proceso de registro de esa sustancia/microorganismo/patógeno para qué así quede grabado en un subsistema llamado memoria inmunológica "el recuerdo" de lo que nos atacó, para que cuando lo vuelva a hacer podamos destruirlo más rápidamente. Las células inmunológicas más conocidas son los linfocitos (parte de los glóbulos blancos o leucocitos) y hay de dos tipos generales, Linfocitos T y Linfocitos B, se asume en general que ambos forman parte de la respuesta celular, más especificamente podemos decir que los Linfocitos T establecen respuestas celulares directas mientras que los Linfocitos B producen luego anticuerpos contra las sustancias extrañas. Estos anticuerpos se encargan, no siempre, de neutralizar a los agentes extraños, esta porción de anticuerpos se conocen como anticuerpos neutralizantes; por supuesto, también hay anticuerpos no neutralizantes. Entonces, nuestro sistema inmune a través de sus celulas y anticuerpos, reconocen sustancias extrañas y microorganismos, y los atacan para destruirlos y producen anticuerpos, además generan una respuesta de memoria que aparecerá cada vez que nos expongamos a las mismas sustancias (antígenos).
Las vacunas son una mímica de una exposición a esos antígenos, es decir, en un laboratorio tomamos al microorganismo o una parte de él, o a una sustancia extraña, la modulamos por ejemplo si es un organismo vivo, para atenuarlo o inactivarlo, o extraemos sus antígenos más poderosos, es decir aquellos que producirán una mejor respuesta inmunológica (respuesta celular y respuesta de anticuerpos). Esa sustancia producida en el laboratorio se llama vacuna, la aplicamos a personas luego, buscando que se repita la respuesta inmunológica que produciría una infección, pero sin tener una infección verdadera, así, cuando la persona vacunada se infecte o se contagie, ya tendrá una respuesta celular y una respuesta de anticuerpos lista que evitará que el contagio se complete (como en el sarampión o la polio), o que la persona se enferme (como en la TBC en niños), en algunos casos, las vacunas solo evitarán que la infección sea grave (como en el COVID-19).
Ahora, hay que entender que cuando nacemos, nuestro sistema inmunológico es aún inmaduro, este va a culminar su maduración con el paso de los primeros años de vida, para cuando somos niños grandes, ya tendremos un sistema inmune maduro, inmunocompetente en su totalidad. Esto significa qué, a medida que vamos creciendo, nuestro sistema inmune se va adaptando a nuestro ambiente, y nosotros junto con él, y en ese camino, vamos adquiriendo infecciones, vamos encontrándonos con antígenos extraños (microorganismos como virus, hongos, bacterias y parásitos por ejemplo), entonces nuestra respuesta inmunológica para cada antígeno se adapta, aprende y resuelve con facilidad. Es decir, una gripe que es nueva para un niño, se resuelve con facilidad por nuestro sistema inmune. Cuando somos adultos, la cosa cambia mucho, nuestro sistema inmune ya es maduro, ya no se adapta tan fácilmente, así que cualquier nuevo antígeno podría causarnos una reacción severa. Esto sucede con el SARS-CoV-2, este es un virus nuevo para la humanidad, a pesar que tiene algo de parecido con otros coronavirus, parte de su estructura es absolutamente nueva para las personas, para nuestro sistema inmune, entonces un adulto que tiene el sistema inmune maduro, es dificil que se adapte fácilmente a un antígeno nuevo; necesitará procesarlo, pero en medio de ese proceso, necesitará también defenderse; como es novedoso, se le atacará con todas las armas (células y anticuerpos, y otras sustancias, como las citokinas), con la finalidad de eliminarlo. Esa reacción inmunológica severa, causa que las personas adultas y adultas mayores se enfermen más, se agraven, porque se exacerba la respuesta inflamatoria, sobretodo en los pulmones, al ser un virus con preferencia por el aparato respíratorio.
Entonces, los virus nuevos, producen como vemos infecciones leves, en su mayoría, en niños, e infecciones graves, en su mayoría, en adultos, debido a la madurez y habilidad de los componentes de nuestro sistema inmunológico.