Esa mañana se avisoraba tranquila y apacible, nada parecía presagiar la tragedia aquella que más adelante relataremos. Era un lunes cualquiera, de aquellos que huelen a resaca mañanera, el Perú y Lima se levantaban con flojera inalcanzable y las tripas de la ciudad empezaban a llenarse de carros viejos y lentos, arrasados por taxistas que presurosos querían ganar más que una carrera, un rally. El presidente esa noche tuvo una pesadilla, se cayó de la cama asustado, en sus sueños se le había aparecido un ángel con cuernos y le había anunciado que un ateroma aórtico iba a acabar con su vida producto de una obesidad morbida, que en sueños insisto, lo asustó al extremo de despertarlo subitamente. El presidente agarró el celular, bueno el iPhone, y llamó a su primer ministro y vaya coincidencia, había tenido el mismo sueño y ambos asustados convocaron a una reunión de emergencia a todos los ministros. Pero había una indicación importante para la reunión, todos debpian venir vistiendo ropa deportiva, se había decidido en la alta esfera palaciega que ninguno de ellos, ni el presidente ni sus ministros podían permitirse morir obesos y cardiacos, menos ahora que el gobierno había empezado, casi con éxito.
Los ministros llegaron en mancha, si en mancha, cuando el presidente llama, es como una herida que llama a la sangre, casi peinándose en el camino algunas y otros arreglandose los pasadores en sus asientos traseros, arribaron a palacio de gobierno, el presidente los esparaba en el patio. Vaya sorpresa se expresó en sus ceños fruncidos, había taburetes para step, colchonetas y ligas tiradas en el patio de palacio, ¿Qué carajps iba a pasar allí?, se preguntaban con curiosidad limitada.El presidente les dijo, he soñado que soy obeso y que moriremos de un paro cardiaco producto de su mala alimentación. Todos se quedaron estupefactos, tanta juventud no podía irse de momento, y menos por un sueño hecho realidad. El presidente llamó a su profesor de aeróbicos y les anunció que esa mañana se iba a iniciar un cambio en la rutina de las reuniones palaciegas, si, en adelante todas las reuniones se iban a iniciar en ropa deportiva haciendo aeróbicos frente a todos los transeuntes, cámaras y guardia de palacio, eso iba a generar una ola de peruanos deportivos a niivel nacional, ejemplo que todos seguirían.
La hora de ejercicios se inicio con calentamientos entre saltos y palmas. Los curiosos empezaron a aglomerarse en las rejas de palacio, como si fueran presos a punto de salir, cuál escena de "Escape a la Victoria". Siguieron unas planchas y luego unos canguros, volteretas en las colchonetas, una sesión de steps y luego un poco de tae-bo.Todos estaban agitados y cansados, cuando de pronto sucedió lo inesperado, si allí mismo, uno de los ministros cayó al piso, desmayado, le había dado un infarto. Todos corrieron, querian reanimarlo y levantarlo, resucitarlo, no podían hacer nada. Eran casi las ocho de la mañana, llamaron una ambulancia. En tanto uno de los médicos ministros le daba golpes en el pecho para evitar que muera.
La ambulancia del SAMU salió del Hospital Loayza, atendiendo el llamado de la policía, salió por la puerta de emergencia pero no podía acceder a la avenida Alfonso Ugarte, había mucho tráfico para cruzar, una combi le cerró el paso para dejar pasajeros, y una vez en la avenida no pudo doblar a la izquierda en el Jirón Quilca puesto que no se puede virar a la izquierda, el metropolitano no se lo permitía; la ambulancia siguió defrente y dió la vuelta en U para poder subir por Quilca al fin, eso le tomo casi 20 minutos. Unos taxis estacionados fuera de las farmacias del hospital no le dejaron ir más rápido. Cruzar la Av. Tacna fue otra odisea, mucho auto allí que ocupaba los cruces, luego de otros diez minutos la ambulancia del SAMU logró llegar a Colmena, ahora tenía que driblear a los colectivos del Callao y las hordas de gentes que invadían el centro de Lima a esa hora; que mala suerte, la ambulancia se topó con una marcha de construcción civil, recibió un par de piedras en los espejos y golpes de parte de transeuntes marchantes que reclamaban mas cupos en las obras financiadas por el gobierno. Finalmente la ambulancia rodeó la Plaza San Martin; en tanto en Palacio de tanto golpe en el pecho, el ministro desmayado ya tenía un moretón en los pectorales y ya varios ministros hacían turno para golpear el pecho del ministro caído, hasta el presidente estaba en la cola.
La ambulancia tomó el Jirón Carabaya y finalmente llegó a palacio de gobierno. La guardia de palacio revisó la ambulancia primero, maleteras, paquetes, los perrros la olieron y finalmente pudieron ingresar, eran casi las nueve de la mañana. Los paramédicos bajaron la camilla, le pusieron un cartón y un madero en una de las patas, puesto que le faltaba una rueda y ayudaron a reanimar al casi cadáver del ministro, le pusieron oxígeno y lo subieron a la ambulancia. Salieron luego corriendo al Hospital Loayza. Los demás ministros y el presidente preocupados, salieron corriendo, dejaron tiradas sus cosas, maletines y steps y ligas y colchonetas, adios ejercicio, tenían que ir al Hospital a acompañar a su amigo ministro moribundo. Todos corrieron hacia Carabaya, pero no habia taxis libres, todos estaban llenos, al fin uno paró, les quizo cobrar 15 soles, no aceptaron, muy cara la tarifa, pdieron rebaja y el taxista les dijo, quieren barato, más barato, cómprense un carro chino. Caminaron entonces el presidente y sus ministros hacia carabaya y se dieron con la sorpresa que no había ni combis ni microbuses allí, solo pasaba el bus de la municipalidad, él cuál bajaba por Colmena hasta la Plaza Dos de Mayo, el prsidente le dijo al cobrador, ¡¡¡una china pues hasta la plaza nomas!!!!; Yá, le dijo el cobrador. Subieron los ministros y el presidente, desesperados y angustiados. En eso su angustia fue interrupida por un muchacho fornido, de cortes en la cara que repetía: "Caramelos de limón, 7 por cincueta centimos, compra pes mamita, papito, que prefieres, que te robe o que trabaje". El ministro más flaco, él compró un sol de caramelos y los repartió entre los demás. Un tipo raudo en el bus, punteó a una de las ministras, y ella vociferando grito "ayuda, un mañoso, pervertido", pero nadie le dió bola, los jóvenes estaban en sus celulares cazando pokemones y los viejos no les importó el asunto. El bus llegó a la Villarreal, de allí no pudo avanzar más, el tráfico no lo dejo pasar, los ministros y el presidente bajaron, pagaron su china antes y corrieron hacia la Plaza Dos de Mayo, agarrarón Alfonso Ugarte y llegaron al Hospital Loayza junto con la ambulancia. Todos entraron, en emergencia estabilzaron al ministro caído, pero no lo pudieron atender mas, no estaba inscrito al SIS; tenía EsSalud y lo mandarón al Hospital de Emergencias Grau, allí otra peripecia los esperaba, llegaron a las 11 de la mañana, el ministro quedó internado. El ministro de salud reclamó, gritó y lloró, pero no le hicieron caso, le dijeron, Papito, aqui se respeta la cola, es por orden de atención, y de una vez vaya a la farmacia del frente y compre tres equipos de venoclisis que aquí no hay, se acabó.Los ministros cansados, fue un día agitado sin duda, salieron del hospital, se sentaron en la esquina y se pidieron un plato de chanfainita con tallarin en el puesto de "la tía sietesabores", comieron, pero cuando quisieron pagar se dieron cuenta que estaban en ropa deportiva y que no tenían efectivo, querían pagar con tarjeta y no pudieron. La tía, llamó a la policía, y ahora todos los ministros y su presidente están esperando turno de atención en la Comisaría de Cotabambas denunciados por no pagar los tres lucas del menú desayunero peruano.
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