El 21 de abril de 1997 siempre será recordado como un día ajetreado en mi cabeza, ese día se rescató a los 72 rehenes que el MRTA había tomado en la residencia del Embajador de Japón. Días antes, a pesar de la noticia el trabajo en el Servicio de Medicina Transfusional del Centro Médico Naval "Cirujano Mayor Santiago Távara" había sido el de rutina, recibir donantes, preparar unidades de diversos hemocomponentes y transfundir lo mismos a los pacientes que lo necesitaban. Esa tranquilidad se vio interrumpida cuando nos citaron a una reunión secreta, si, una reunión para organizar "algo", se iba a dar un golpe, se había decidido rescatar a los rehenes de la residencia del Embajador de japón y nosotros, el grupo de gente que trabajaba en el Servicio de Medicina Transfusional, seríamos parte de dicho operativo.
El pedido específico era preparar unidades de sangre, de preferencia Grupo O, con factor Rh negativo, toda una aventura en un país con escasez de dicho grupo sanguíneo. Debíamos preparar sangre y plasma suficiente, además de plaquetas, para atender una posible tragedia mayor, muchos heridos y varios necesitados de transfusión. Teníamos orden de mantener todo en absoluto secreto, no sabíamos ni día ni hora, sólo que iba a pasar en cualquier momento.
Nuestro televisor en el servicio seguía de cerca las noticias del encierro, no podíamos perder de vista nada de lo que allí cada día se reportaba. Mientras tanto, creo que todos nosotros eramos estrictamente vigilados, de hecho, inteligencia tenía que asegurarse que todo esté en orden, sin fuga de información.
Las indicaciones eran claras para nosotros, el Centro Médico Naval aseguraría la provisión de sangre y demás hemocomponentes, mientras que el Hospital de la Policía y el Hospital Militar la asistencia médica inmediata. Nosotros teníamos además una lista de donantes potenciales, en caso las cosas se salieran de control y hubiera necesidad de más sangre de lo caculado.
Llegó el día en que nos dictaron orden de inamovilidad, aún no era la fecha de rescate, pero ya estábamos todos de guardia permanente en el Servicio de Medicina Transfusional, pasamos la noche del 20 allí, esperando la llamada. El 21 llamaron y dijeron todo está listo, vamos a entrar y nuestra ambulancia ya estaba lista, frente a la Residencia del Embajador de Japón con un grupo de profesionales en manejo inmediato de transfusiones, listos para atender la necesidad. Al final de ese día, luego del tiroteo, no se necesito mucha sangre, la operación fue un éxito, todos en el servicio celebramos, habíamos sido parte de un hecho histórico.
Recuerdo al grupo, los Técnicos Navales: Teodoro Olivera, Fernando Flores, Sigifredo Quispe (+), la Técnico de Laboratorio Doris Rodriguez, y los Tecnólogos Médicos: César Champa, Marco Arana, Rosa Kamiya y yo. Todos fuimos parte del equipo Chavín de Huantar.